Entrevistas



Juan, simplemente así (Parte II)
En un momento mientras hacía la cola  hizo un comentario sobre Juan Carlos Bumblerg.Surgió a raiz de la siguiente pregunta;
¿Sirve de algo de abusar del trabajo de los demás, acumular dinero y luego perderlo?
Respuesta: Mire yo trabajaba en Isidro Casanova donde se fabricaban las bolsas de arpillera.De repente mandaron unos ingenieros entre los que estaba Blumberg.Se metieron ellos y cambiaron todo.Pasaron hacerlas de nylon.Y ahí quedamos muchos afuera.
La vida de un hijo vale más que todo.Ese hombre no se va llevar nada de éste mundo.Ni el recuerdo de su hijo.
                                                                          Fin

Juan, simplente así
Me  encontraba haciendo una nota de color en el Wallmart de San Justo. recorriendo la larguísima cola de las cajas fui a dar con hombre tan sencillo como lúcido mostró ser luego.
Se trataba nada más nada menos de Juán de 65 años nacido y criado de pequeño en Villaguay Entre Rios.
Toda la conversación coménzo por la gente que se mete con el carro lleno de productos en las cajas de 15 unidades.
Mi primer pregunta fue al hombre ¿Necesitamos un seguridad a cada paso?
Responde Juán.Es que hay una generación perdida.Cada cual piensa en lo suyo.Se perdió la vecindad, el compartir , el aceptar las normas de respeto.
Entrevistador: ¿En su pueblo como era la gente?.
Responde Juán: La mayoria gringos alemanes.  mucho europeo.De jovén me mudé a laferrere y desde los 18 años trabajé de albañil.Me hice propia casita y eduqué mis hijos.
Mi hijo el otro día fué a podar unos árboles grandes y en un par de dias con unos se hiceron 3000$.Cada peón se llevó 500$
Juan de Villaguay Pcia de Entre Rios

Entrevistador: ¿Los planes quizas fomentan la dependencia de los punteros?
Respuesta:Yo vivo de mi jubilación y de changas. A mi los políticos y la economía me perjudicaron pero sali.Para mi hay que hacer respetar a los maestros.Los chicos deben ir a aprender.
Entrevistador: ¿Que lleva,alguna oferta?
Responde:Dos paquetes de yerba , una botella de aceite , una harina , tres Raid para cucarachas, y uno de mosquitos.
Entrevistador ¿tres Raid lleva? ¿Para todo el mes quizas?

Responde : !No!si las cucarachas andan como moscas por los pozos con materia fecal.Las Cloacas todavía no llegaron .Cuando se inunda el agua levanta todo.
Entrevistador ¿se pudo jubilar?
Responde: Si pero después de mucho tiempo casi 7 años más. El arquitecto para el trabajé , quedó debiendo siete años de aportes.Tuve que pagarlos yo.Pagué 500$ por més una moratoria para jubilarme.

Al llegar a la caja todo terminó en una broma. Le dije:¿ parece que va tomar mate . Respondió eso  nunca falta y siempre amargo. 
 







Los mediáticos y un destino único : La tragedia

De las calles de Catamarca a las luces de Buenos Aires. Como en un sueño, la fama lo tocó un día y cambió su vida. Hace un mes que se mató Walter Olmos, pero aún no puede descansar en paz. Su desaparición desató odios, enfrentamientos y un negocio para la TV “chiquero”.
La cocaína no lo abandonaba

Las drogas no están ausentes en las historias de estos días. Cuando se mató Rodrigo Bueno inmediatamente se habló del cóctel fatal: cocaína y alcohol. Pero el consumo de estupefacientes nunca pudo ser comprobado. En el caso de Walter Olmos, por el contar



De las calles de su Catamarca natal saltó a la fama en Buenos Aires. Su día de gloria llegó cuando “El Potro” Rodrigo lo nombró públicamente su heredero. De ahí para adelante, su agenda de shows se saturaba todos los días, con presentaciones por todo el país, tres o cuatro por noche; y con su infaltable representante José Luis Gozalo, después de haber roto lanzas con el tucumano Ricardo Campero.
La corta historia de Walter Olmos parece un retrato social; el de aquellos que nacen pobres y humildes, y la fama, más que el talento, los toca un día con su varita mágica. De repente, como en un sueño, las luces se encienden, suenan fuertes los aplausos, el hambre empieza a ceder, y el confort y el dinero dan aviso de llegada. Del anonimato pasó a la idolatría. El mismo reconocía que cantaba con el corazón, y que le faltaba desarrollar su voz; no tenía ninguna culpa o vergüenza al hacerlo.
Desde que murió Rodrigo Bueno, muchos pensaron que efectivamente lo sucedería, y que el negocio sería multimillonario. Pero vinieron los tiempos de la “cumbia villera” que entró a tallar fuerte en Buenos Aires, y Walter Olmos parecía haber tocado el techo (con los villeros se había enfrentado por el tema de las “sustancias”). En la noche de ese desgraciado sábado, horas antes, le había comentado a su novia su preocupación porque no le habían confirmado algunos shows. El trabajo ya no le sobraba, y tampoco le alcanzaba para trasladar a sus hermanitos a cada provincia. Pero él seguía jugando, como si fuera un niño; lamentablemente con armas peligrosas.
Algunas noches había dormido en la comisaría, porque los policías se apiadaban de él de verlo tirado en el banco de la plaza. Con padres separados, numerosos hermanos, y una madre que demostró ser violenta, no es difícil suponer lo que había sido su infancia y adolescencia. Esa violencia la había heredado: en Salta se trenzó a trompadas con parte de su público, en una escandalosa presentación; y Vanesa - nuevamente- brindó testimonios de los golpes que recibió. La adrenalina lo corría rápido; era un manojo de nervios, y se permitía hacer lo que le daban ganas; como protagonizar escenas tórridas con su novia en el asiento del avión, en un vuelo de Tucumán a Buenos Aires.

El entorno
A su alrededor se había formado todo un mundo que vivía de sus presentaciones. El famoso entorno de los artistas, que muchas veces deciden su vida... y su muerte. No sólo su representante Gozalo (quien debió aclarar más de una vez que no lo podía cuidar), sino sus músicos, amigos que hacían de seguridad, parientes que lo alentaban, mujeres que lo disputaban, etc, etc. Todo parecía formar parte del espectáculo, su espectáculo. A un mes de su muerte, sus fans lo extrañan, y cada uno del entorno reclama su parte. Todavía el ídolo no puede descansar en paz.

Para la televisión, el espectáculo debe continuar
Trompadas y patadas, insultos procaces, duras acusaciones... La televisión se está haciendo la fiesta con Walter Olmos. Para aquellos que repiten que el espectáculo debe continuar, pareciera que, muerto el cuartetero, tendrá que seguir dando que hablar.
La madre contra la novia, una tercera en discordia, amantes que reclaman ser madre de sus hijos. ¿No es tan parecido a lo que sucedió cuando Rodrigo Bueno se mató en su camioneta?
Mañana hará un mes que Olmos se pegó un tiro, y desde ese día, la televisión no lo dejó en paz. Armó un espectáculo, es verdad, pero patético, morboso y con los tan en moda golpes bajos; con los recursos más inimaginables. El gerente de programación de “América”, Jorge Rial, pareció haberlo anticipado cuando declaró por la misma época que “la televisión era barata y basura como reflejo del mismo país”.
Los programas chimenteros estuvieron de parabienes, y la competencia suma rating.
¿ Cuántos puntos significan una mala palabra? ¿Cuántos, una madre revolcándose en el piso luchando supuestamente por su hijo?
También como con Rodrigo, cada canal tomó su partido. Jorge Rial (“América”) apostó a la novia- viuda, la bailarina Vanesa, a quien todos los días tiene en vivo en su programa de la siesta, contando sus penas, sus últimos días con él, su amor, sus vicios y, sobre todo, haciendo revelaciones contra la madre. Ella, como él, trabajan para mantener a sus hermanitos de quienes tiene la custodia. Cuesta creer que lo haga gratuitamente, porque, se sabe, que son producciones pagadas. Vanesa se ha convertido en una protegida de Rial y de su selección, aunque alguien recordó sus críticas a la “teñida” Viviana Canosa. “Rumores” (Canal 9) se ha inclinado por la madre de Walter Olmos y por su familia, y ha presentado (el miércoles pasado ) en exclusiva una hasta ahora desconocida novia, como la verdadera viuda de toda esta historia. Para Susana Roccassalvo y Carlos Monti, los herederos de Walter no son la novia ni la amante, sino la madre real. Pero cada uno de estos programas tiene su propio contrapeso. “Indomables”, que ahora conduce Roberto Pettinato, se atreve a criticar estos manejos televisivos, pero... no se priva de agregar los suyos. “Chiche” Gelbung, con su memoria, presenta supuestas sesudas investigaciones; convoca especialistas para opinar sobre la dirección del disparo, los ángulos de posición, las armas con mayor o menor potencia. Intenta exhibir alguna objetividad. Pero, en rigor, todo es parte del mismo espectáculo.

La necesidad de ídolos en tiempos de crisis
La necesidad de ídolos populares ha sido una constante en la vida de los pueblos, que funciona y se agudiza en tiempos de crisis. La devoción a un triunfador, sea un músico o un futbolista, es, para los analistas, como aferrarse a una esperanza, a una ilusión en la que estaría presente -además- la posibilidad de que cualquiera de los creyentes o adoradores pueda estar ocupando ese lugar. Los ídolos son aquellos que convierten en realidad los sueños de los otros.
Estos ídolos populares más se necesitan, cuando, por otro lado, se pierde la esperanza o la fe en otras instituciones. Y en estos tiempos, así como muchos han caído en total descrédito (léase políticos, legisladores y jueces), la gente los busca en otros sectores de la cultura. El amor o adoración excesiva responde a un carisma particular; a una identificación.
¿Walter Olmos fue un ídolo? Que Rodrigo Bueno lo era, no pueden caber dudas, desde que hasta hoy, hay santuarios donde se los recuerda. Pero con Olmos la situación no parece igual. Es verdad que tuvo muchos fans, y que lo siguieron a distintos lugares, pero ya, a un mes de su muerte, esa adoración está llegando a un límite.
CITA DEL DÍA
"La ciencia debe comenzar con el mito y con la crítica del mito"
Karl Popper




Los nuevos santos argentinos



Escrito por Carlos Fernandez
Santuarios dedicados a cantantes de música popular, víctimas de malos tratos que se convierten en santas, niños piadosos que jamás subieron a los altares, gauchos curanderos ... son algunas de las devociones populares más sorprendentes del nuevo santoral argentino.

La monotonía de la extensa llanura verde se trunca en el kilómetro 129 de la ruta 12, a su paso por la localidad de Paranacito. Las últimas casas quedan atrás del horizonte, pero a un costado de la carretera se ven vehículos aparcados junto a una finca. La entrada está cubierta de banderas y pancartas depositadas por los visitantes, que manifiestan su agradecimiento y devoción a Gilda, una popular cantante de ‘bailanta' que la mala fortuna quiso que falleciera en este apartado lugar de la provincia de Entre Ríos en septiembre de 1996. Es el ‘Santuario de los Milagros de Gilda'.
El perímetro de la extensa finca que alberga el santuario está cubierto de todo tipo de exvotos, que sus admiradores y fieles han ido colocando en recuerdo de la cantante. Lejos de la música sobrecogedora que identifica a los templos, en el Santuario de Gilda se pueden escuchar continuamente las melodías pegadizas que hicieron famosa a la cantante.
El ‘santuario' es un pequeño recinto con forma de capilla. Las paredes exteriores están cubiertas de pequeñas placas de agradecimiento a la cantante y su interior es un espacio de ofrenda y devoción a la cantante fallecida. En la parte central, y a modo de sencillo altar, se encuentran numerosas fotos de la cantante, siempre adornadas por flores frescas, algunas imágenes de santos y ángeles, y recortes de periódico que recuerdan la vida profesional y personal de Gilda. Además de estas imágenes, todos los rincones del pequeño recinto están atestados de objetos cotidianos. Colgados de las paredes, del techo o simplemente apoyados en unas estanterías que cubren los laterales y el centro del santuario, se pueden encontrar las ofrendas que sus devotos fueron colocando desde su fallecimiento. Imágenes religiosas de vírgenes y santos, vestidos de boda, prótesis ortopédicas, matrículas de coches, muñecos de peluche, banderas de equipos de fútbol y todo tipo de objetos personales con los que los devotos de Gilda pretenden devolverle a la cantante los favores concedidos.

En la finca que alberga el santuario se encuentra aun el autobús en que Gilda encontró la muerte junto con su madre y uno de sus hijos, cuando se encontraba en una gira por esta provincia de la Mesopotamia argentina. El vehículo calcinado también es un pequeño museo de exvotos de agradecimiento a la cantante.
El Santuario de los Milagros de Gilda es mucho más que un lugar donde sus admiradores pretenden mantener viva la memoria de la cantante. Es un lugar de devoción y ofrenda, donde los fieles van a rezar plegarias para que les conceda pequeños o grandes milagros. Y es que "Gilda es una Santa".
"Viene mucha gente todos los días, incluso de Chile, Uruguay y Brasil; y en cada aniversario de la muerte y del cumpleaños, esto se llena", comenta José Carlos Inzaurralde, cuidador del santuario, en referencia a la cantidad de personas que diariamente visitan el recinto. Viajantes que prometen a Gilda la donación de importantes sumas de dinero si las ventas son buenas, camioneros que buscan protección para la carretera, o personas que hacen la promesa de entrar arrodilladas al santuario son algunos de los asiduos de esta devoción popular. Para los creyentes, Gilda realiza milagros de todo tipo, desde los sencillos y personales; hasta otros de gran envergadura como curaciones desahuciadas por los médicos. Y para realizar sus peticiones, los creyentes rezan delante de su foto o simplemente piensan en ella escuchando su música.
Pero, ¿por qué es Gilda considerada santa?
Santa Gilda
La vida profesional y personal de Gilda nunca estuvo ligada a los ambientes religiosos ni de beatitud, manteniendo en todo momento una vida normal. Maestra de escuela de profesión, su verdadero nombre era Miriam Alejandra Bianchi, y nació el 11 de octubre de 1961 en Buenos Aires. Cuando decidió dedicarse profesionalmente a la música adoptó el nombre de Gilda, ya que su madre había elegido este nombre para ella, pero no pudo inscribirla de esa manera. Tras alcanzar un importante éxito como cantante, sobrevino su trágica muerte en la ruta 12 cuando contaba con 35 años, lo cual conmovió a la opinión pública y especialmente a sus seguidores, que interpretaron su particular punto de vista sobre la muerte y su intención de ayudar a las personas desde cualquier lugar donde se encuentre, como una suerte de alma que les ayudaría aun después de muerta.
El mito de Gilda se consolidó cuando se halló una cinta con una grabación casera de una canción llamada ‘No es mi despedida' y que iba a ser incluida en su siguiente álbum. La canción, que tenía versos como: "Recuérdame a cada momento / porque estaré contigo / no pienses que voy a dejarte / porque estarás conmigo", fue interpretada como un premonitorio mensaje de una Gilda que les seguiría ayudando aun después de su muerte. Pero Gilda no es la única. La música de ‘bailanta' tiene otros beatos.
Tabaco y cerveza para Rodrigo
En la noche de San Juan del año 2000, un nuevo ídolo de la música de ‘bailanta' fallecía en un accidente de tráfico. Se trata de Rodrigo Alejandro Bueno, conocido con el apodo de ‘El Potro', que perdió la vida en el kilómetro 25 de la autopista que une Buenos Aires con La Plata. Si sus canciones ya eran populares por aquel entonces, su muerte disparó las ventas de todo el merchandising relacionado con su imagen.

Con el precedente del éxito del santuario de Gilda, que la devoción popular había contribuido a crear, el de Rodrigo se gestó antes en los despachos. La empresa constructora de la autopista colocó vallas en el lugar, mientras que la municipalidad de Berazategui aportó materiales para la construcción del santuario y colocó un monolito en el lugar en memoria de ‘El Potro'. Para el santuario de Rodrigo se construyó además un acceso perfectamente señalizado y un puente sobre la autopista.
El santuario construido en honor a ‘El Potro' guarda enormes similitudes con el de Gilda, aunque los exvotos son distintos. Los seguidores de Rodrigo colocan en el interior del santuario botellas de cerveza; y como tributo encienden un cigarrillo y lo dejan que se consuma junto a la foto del cantante. Fotos, prendas personales y otros objetos cotidianos completan el conjunto de ofrendas.
En el exterior del recinto se encuentran numerosas cruces pequeñas y distintos monumentos que fueron construidos tanto por entidades oficiales, como por ejemplo el municipio de Berazategui, o por fans particulares.
En los santuarios de Rodrigo y de Gilda, como en cualquier otro que se precie, tampoco falta la venta de productos relacionados con la devoción, como son las velas, medallas y otros objetos relacionados. Estos santos de la ‘bailanta' comparten también con otros ortodoxos la devoción de sus seguidores, e incluso -aparentemente- la capacidad de obrar milagros. Pero aun así carecen de reconocimiento oficial. No existe ninguna comisión eclesiástica que estudie su causa, ni subirán jamás a los altares de ninguna iglesia católica, ya que su única canonización es popular. Y es que Gilda y Rodrigo subieron a los altares por los mismos méritos que otros santos heterodoxos.
El santoral de los difuntos
Una de las más antiguas devociones populares argentinas -y que aún se mantiene vigente- es el culto a la ‘Difunta Correa'. Existen por todo el país santuarios y lugares de oración -particulares o de uso público- dedicados a esta santa popular, que nunca alcanzó el beneplácito de la Iglesia Católica.

La historia legendaria que llevó a esta mujer hasta la cúspide de los altares populares comienza a finales del siglo XIX. Deolinda Correa era hija de un caudillo sanjuanino que luchó por la independencia argentina. Las presiones políticas de entonces le llevaron lejos de su hija, que además se vio alejada de su esposo por los mismos motivos, cuando su pequeño hijo era apenas un bebé. Cuenta la tradición que Deolinda Correa comenzó a ser acosada por los enemigos de su padre, hasta que el punto que decidió huir a la vecina provincia de La Rioja, cruzando con su pequeño campo a través. Con llagas en los pies y sin víveres cruzó valles y quebradas, hasta que la sed y el hambre la hicieron desfallecer. Viéndose morir, pidió al Cielo que permitiese que sus pechos se mantuvieran con vitalidad para que su pequeño hijo pudiera seguir viviendo aunque ella pereciera.
La tradición recoge que unos arrieros encontraron a la joven muerta, pero el niño estaba vivo y se alimentaba del pecho de su madre. Profundamente impresionados por la escena, enterraron a Deolinda Correa en las proximidades de un lugar llamado Pie de Palo.
La tierna y trágica historia comenzó a hacerse conocida y hasta la tumba de la malograda madre comenzaron a peregrinar gentes de distintos puntos del país, conmovidos por la historia de la que comenzó a llamarse ‘Difunta Correa'. Hoy en día el santuario erigido su honor cuenta con miles de visitantes y está cubierto de exvotos de todo tipo, especialmente botellas de agua -porque la desdichada murió de hambre y de sed- pero también todo tipo de ofrendas relacionadas con las gracias recibidas por los devotos. En distintos rincones del país existen pequeños santuarios dedicados a la Difunta Correa, ubicados en jardines, plazas, carreteras o casa particulares, y su nombre sirve de reclamo para ‘cadenas de felicidad' y estampas de todo tipo. Sin embargo, el culto a este personaje nunca llegó a ser oficial a pesar de los numerosos intentos. La Difunta Correa inauguró toda una saga de cultos populares con el denominador común de haber fallecido en desgraciadas circunstancias. Forman parte de este particular santoral la Telesita, joven santiagueña que murió quemada en su rancho y a la que se la invoca con un baile acompañado de bombo y violín; el ciego Carballito, que murió atado a un árbol a manos de unos bandidos crueles; o la salteña Juana Figueroa, infelizmente asesinada a manos de su marido celoso. También conforman el santoral de sufridores fallecidos los niños que de uno u otro modo perdieron la vida prematuramente y en crueles circunstancias. Es el caso de ‘Pedrito Hallado', un bebé encontrado en el cementerio Norte de Tucumán y que falleció en el mismo día de ser hallado tras ser bautizado. En el mismo cementerio se conserva su tumba y es visitada por numerosos niños cada primero de noviembre. En su túmulo colocan flores, juguetes y material escolar. ‘El almita perdida' es el nombre con el que se venera a un niño -cuyo nombre no se recuerda- fallecido en la localidad santiagueña de San Andrés. Oraciones en su nombre y juguetes a modo de ofrenda cuando es el ‘Día del Niño', forman parte del culto que agradece sus milagros.
A Pedro Pablo Sangueso, un niño que murió huérfano, vejado y asesinado en la provincia de Salta cuando solo contaba con seis años de edad, se encomiendan los estudiantes cuando tienen que aprobar un examen, y dejan en su tumba libros, cuadernos y lápices a modo de agradecimiento por los favores concedidos.
Además de los cultos a personas fallecidas en dolorosas circunstancias, existe todo un santoral donde el común denominado es haber pertenecido a ese linaje tan sudamericano que se dio en llamar gauchos. Hombres criados en el campo, mestizos entre europeos e indígenas, y muchas veces marginados de su propio entorno, constituyeron una importante minoría en la sociedad, de la cual surgieron algunos personajes que más tarde serían elevados a los altares populares.
Santoral mostrenco
Banderas y estandartes rojos, flores naturales o de papel del mismo color y placas recordatorias forman los ‘altares' en honor del ‘Gauchito Gil', nombre con el que se recuerda a un gaucho correntino que vivió a mediados del siglo XIX. Al costado de las carreteras de la Mesopotamia argentina se erigen estos pequeños altares con los que los fieles le agradecen los favores recibidos. Pero pocos saben que el personaje en cuestión se llamaba Antonio Mamerto Gil Núñez, también conocido como ‘Curuzú Gil' y que su profesión era la de bandolero, cometiendo sus fechorías en los alrededores de la localidad correntina de Mercedes. Dice la tradición que era una especie de ‘Robin Hood' que robaba a los más ricos para repartir luego el botín entre los más necesitados. Por esta actitud gozaba de la complicidad de buena parte de los lugareños, que le ayudaban a ocultarse de la Policía o le llevaban comida cuando se escondía en el bosque. Quizá lo que lo elevó a los altares populares fue su trágica muerte. Cuando las fuerzas del orden le dieron captura, lo colgaron boca debajo de un algarrobo para después degollarlo. Manos anónimas lo enterraron en el lugar, que se fue convirtiendo en lugar de culto. Y de la devoción que goza el ‘Gauchito Gil' dan testimonio las ofrendas que sus fieles le depositan en su tumba y en otros muchos ‘altares' en distintos puntos del país.
Otro de los gauchos convertido en objeto de culto es Juan Bautista Bairoletto. Sus andanzas casi épicas le sitúan a principios del siglo XX en la provincia de La Pampa y al igual que el Gauchito Gil, se dedicó al pillaje y al robo. También sus paisanos le ayudaban a escapar de las autoridades porque repartía sus beneficios, hasta que fue muerto en 1940. Su tumba, ubicada en un mausoleo en el cementerio de General Alvear (Mendoza), se ha convertido en un verdadero santuario en su honor en el cual los creyentes depositan todo tipo de ofrendas en agradecimiento por los favores recibidos del "último bandido romántico". Su canonización oficial cuenta con una propuesta formal, pero por el momento tan solo forma parte de la devoción popular. El ‘Gaucho Cubillos', el ‘Gaucho Lega', Francisco José o Turquita son algunos otros gauchos que se suman al santoral popular argentino.

San Son y otros santos dudosos

Algunos estudiosos atribuyen la proliferación de santos populares en las distintas regiones de América a que el santoral católico está conformado por personajes europeos o en todo caso lejanos a los usos y costumbres de los creyentes. Es así que personajes como Ceferino Namuncurá, el más famoso de los santos indígenas, no acaba de llegar a los altares oficiales a pesar de los numerosos esfuerzos por su canonización. Y aunque solo es considerado por la Iglesia como Venerable, su culto y devoción supera al de otros muchos santos clásicos.
Otro de los motivos de la abundante proliferación de santos populares en América podría deberse a la supervivencia de cultos anteriores a la relativamente reciente evangelización del continente, que se han fusionado con las costumbres y tradiciones católicas. Tal parece ser el caso de una serie de imágenes veneradas como santas y cuya existencia es al menos dudosa.

Buen ejemplo es San Son, que es patrono de los "hacheros" en la provincia de Corrientes y que se le representa montado sobre un toro. San La Muerte es un clásico de la devoción popular en el noreste argentino y representa el estereotipo del culto pagano y supersticioso, aunque disfrazado de católico. Se le representa con imágenes de entre 3 y 15 centímetros tallada en madera o en huesos humanos, y tienen la apariencia de un esqueleto agachado, a veces portando una guadaña. San La Muerte es un amuleto que torna a sus dueños casi invulnerables y les propicia amor y buena suerte.



El San La Muerte, Señor de la Buena Muerte o de La Buena Paciencia es parte de un rosario de santos sospechosos conocidos en el Noreste argentino como ‘santos de palo', y se complementa con otros como el propio San Son, Santa Librada, que favorece las fugas y la cura de heridas; San Pilato, invocado para hallar objetos perdidos; San Lo Imposible, para causas realmente difíciles o La Nu Dei, al que los jugadores le encienden velitas de colores para que propicie una buena suerte.

Resulta al menos sorprendente que la mayoría de los creyentes en los diferentes santos populares sean personas que siguen con rigurosidad las tradiciones católicas. Es así que en la devoción popular comparten espacios los santos oficiales y populares, a pesar de que estos últimos no gozan de la aprobación eclesiástica. Sin embargo, a todos ellos se le atribuyen todo tipo de milagros y sus fieles les agradecen por igual su supuesta intercesión. Será que lo único que los diferencia es un trámite burocrático.
Carlos Fernández